lunes, 28 de junio de 2010

Introspecciones suicidas II


Yo soy tan común como ver a un loco calato andando en pleno Jirón de la Unión. Yo soy tan común como ver a un chofer de combi bajandole un billetito a un policía para que no le ponga la papeleta. Yo soy tan común como salir a chupar un sábado en la noche y regresar a casa con el pan a las 8 am.
A veces, yo me quiero, a veces, no.

Me gustan los días oscuros y tengo problemas de sueño, amo el invierno y fui depresivo algún tiempo. Tomé pastillas para dormir, fumé casi una cajetilla diaria y después me enamoré perdidamente, o quizás no, también hice daño y terminé estropeando todo, el gran error de mi vida, jamás debió pasar, en resumen, siento que soy consecuencia de mis propios actos propios de la inmadurez de mi edad adolescente.

A los 20 ves la vida de otra manera, ya no andas con rodeos y no haces drama de todo, la vida tiene que ser muchísimo más simple y no es lo mismo enamorarte a los 15 que a los 20. A pesar de los cambios, la intensidad con la que vivo no la he cambiado nunca, aunque a veces me fallen los cálculos sobre todo en el amor.

Me acuerdo perfectamente desde el primer día que te conocí, en esa fiesta a la que no iba a ir, esa noche elegante en la que faltaba alguien para completar el lugar vacío que había en tu mesa, recuerdo que llegué y te vi y jamás he sentido otra vez esa mirada sobre mí de nadie más, quizás cuando la vuelva a sentir sabré que me he vuelto a enamorar, porque no te conocía ni siquiera un minuto, pero esa mirada fue todo. Me acuerdo que te vi después de un par de días, en un club por algún lugar perdido de Lima y fui a buscar a tu mejor amiga, tras los lentes oscuros en cuyos cristales se reflejaba el sol, escondía la mirada más tímida que le di a alguien, tú pensabas que yo no te veía, y me mirabas con descaro, me buscabas, y yo también, pero después de eso, todo cambió, nuestra historia se suspendió y pensé que todo pasa por algo.

Tenía que viajar, no podía quedarme en Lima, se lo dije a tu mejor amiga, ella no estaba dispuesta a soportar una relación a distancia, quizás ahora yo tampoco lo haga, me sería muy difícil, tú me dijiste que todo estaría bien, que la olvide, que era mejor así y estabas mañana, tarde y noche en mi celular, en mi teléfono fijo y en mis redes sociales, hablabas de ti con autosuficiencia, como para conocerte mejor a propósito, y lo conseguiste, me preguntabas siempre ¿cómo estás? ahora quizás ya no lo recuerdes, no importa, si llegas a leer esto, te vas a acordar.

6 de la mañana de algún día de hace unos años un mensaje en el celular.
"¿Cómo amaneciste? espero que bien, yo me acabo de despertar y anoche soñé contigo, me encantó, ahora en un ratito me voy al colegio, espero verte pronto, ten un lindo día ¿sí? te quiero niño."
Perfecto, yo no tenía la mínima intención de estar contigo, creo que tú me conquistaste primero haciéndote notar, y yo no me daba cuenta hasta que un buen día mensajeando mientras estabas en la playa me dijiste " Eres un niño increíble y lindo, le puedes gustar a cualquier chica, y yo si fuera una de esas chicas, no dudaría en estar contigo" eso cambió mi manera de pensar, me acuerdo que desde ese momento empezamos a hablar distinto, a recordar cómo nos conocimos, y tu mejor amiga (que pasó a ser una entrañable amiga mía también) me decía que éramos la pareja perfecta, que tú y yo habíamos nacido para estar y, es más, que si yo estuve con ella, fue porque era necesario que eso pase para que al final tú y yo nos encontráramos. Creo que no se equivocó, quedamos en salir, me moría de la verguenza pero daba igual, quería verte.

Llegaste en el carro de tu papá y yo te esperaba en la esquina de un lugar céntrico donde flamean miles de banderas, en ese tiempo, con un sol radiante. Yo tenía un polo blanco, Jean y Converse. no podía haber ido más simple, tenía varios kilos menos, quizás te acuerdes, cruzaste la pista, no sabías a dónde mirar, cuando llegaste a la esquina caminé un poco, caminaste despacito, me mirabas y no sabías qué hacer, yo tenía miedo, confieso que por un momento pensé que ibas a salir corriendo pero de pronto te acercaste y no dijiste una sola palabra, no me saludaste, solo te acercaste y yo también lo hice, despacio, sentí ese perfume Givenchy que aún guardo y cuido con especial cariño, me encantaba, tus labios estaban sobre los míos y no habíamos dicho absolutamente nada, cerramos los ojos, fuimos felices y nos dimos un tierno primer beso en medio de la gente, de los carros, de la bulla, de todos, ¿Tú notaste eso? yo no, es como si no hubiese habido nadie, solo tú y yo, fue el beso más dulce que me han dado, no miento ni exagero, después me abrazaste fuerte, muy fuerte, y yo también, te dije que te quería y que estaba feliz de estar en ese momento y en ese lugar, me dijiste que no te arrepentías de estar conmigo ahí mismo, te tomé de la mano y nos fuimos caminando, me reí de la situación y de la gente y tú tambien, pasamos por mil embajadas por todo San Isidro, hablando de todo lo que no podíamos por teléfono, fuimos al cine, salimos de noche, caminamos por las avenidas sin saber dónde estábamos, nos despedimos, nos mensajeamos a los dos minutos, ¿estabas bien? sí mi niño, estoy bien, ¿y tú? yo camino a casa, mi papá me recoge, como siempre; está bien, cuídate, hablamos por messengger más tarde, ¿te parece? perfecto, al rato, te extraño, yo a ti, este día ha sido mágico, ya lo creo, y después hasta muy tarde, era muy feliz.

Ya estábamos, pero necesitaba decírtelo, tú me vas a entender, te recogí del colegio y nos fuimos rapidito, tenías varias cosas para mí, siempre fuiste tan detallista, tan preocupada, eras mi chica, mi mamá, mi abuelita, mi amiga, eras todo, absolutamente todo. Te sentaste y cruzaste las piernas, tu figura delgada se veía perfecta con tu uniforme y tu peinado, tu rostro aún de niña, te tomé de las manos y me puse de rodillas, te di una flor y te dije si querías estar conmigo, casi lloras, me abrazaste y me dijiste que sí, que para siempre, nos besamos otra vez y leí los miles de papelitos que me habías hecho, comí el chocolate que me regalaste, salimos pronto de la mano y nos fuimos a caminar a Miraflores como siempre, felices, quizás fuimos al cine (tú me enseñaste a ver más cine, yo lo odiaba, pero contigo me gustó, te confieso que casi no he ido al cine desde que ya no estamos y no sé si quiera volver a ir si no es contigo) quizás fuimos a ver el mar, amabas ver conmigo el mar, sentarnos en nuestro lugar que sabes perfectamente cual es, aunque de repente ahora ya no tenga el mismo significado para ti, no importa, yo me acuerdo que cuando había calor te tomaba de la mano y nos quedábamos callados viendo la inmensidad hacia el fondo y soñábamos con vivir y despertar todos los días viendo ese mismo paisaje que nos unió alguna vez; cuando había frío, te abrazaba fuerte y me pedías que no te falte nunca, no decías nada, solo bastaba que me mires para entender que no necesitabas palabras, solo querías sentirme cerca.

Nos conocíamos de memoria, como si fueramos hermanos, nos predecíamos, recuerdo perfectamente que cuando me molestaba algo, tú me preguntabas qué me pasaba, yo como siempre y como todos, te decía que nada, y me lo preguntabas mil veces, y yo mil veces nada y me decías exactamente lo que me molestaba y yo te preguntaba cómo demonios lo sabías, y tú, te conosco perfectamente, sé lo que te molesta, intentabas arreglar las cosas en el acto, jamás podías pasar una noche si estabamos mal, si algo fallaba, ponías todo de tu parte para arreglarlo, eras única en ese sentido, no querías darme motivos de nada, me llamabas mil veces para saber como estaba y todas tus amigas sabían de mí y me querían un poco, les caía bien, en un momento eso te llegó a joder demasiado ¿verdad? a mí también me jodían ciertas cosas, al principio no fue fácil, te debes acordar, como siempre, tengo mala suerte con los exs y el tuyo no fue la excepción, pero estuvo bien, al final y poco a poco se fue por completo y me lo dijiste y demostraste, cada momento que pasábamos era perfecto, incluso cuando nos peleábamos.

Te amaba tanto que mi primera vez fue contigo. No había nadie en mi casa, tampoco nadie iba a llegar, veíamos tele en mi cuarto y poco a poco fuimos olvidándonos un poco de lo que transmitían, te pregunté si estabas segura, me dijiste con firmeza que sí, que estabas completamente segura y que me amabas, yo te dije que también, la computadora estaba prendida y sonaba october, sonó mil veces, sonó tu corazón junto al mío dentro de los dos, fue muy despacio, con mucho cuidado, casi temblando por los nervios, con muchos abrazos, con muchos besos, sin prisa, sentí que estábamos completos, no cabíamos en tanta felicidad, de saber que ambos habíamos empezado una nueva etapa, eramos completamente de ambos, my only hope, my only peace, my only joy, my only strength, my only power, my only life, my only love... la canción era perfecta, sollozaste después un poco de la emoción, me abrazaste fuerte y me dijiste mil veces que me amabas, que estabas feliz, te dije que eras lo mejor que me había pasado, que nos habíamos entregado por completo, que nada nos iba a separar. Nos fuimos, comimos después , caminamos, nos abrazabamos, se murió el día, como siempre, juntos.

Estabas conmigo en todas, cuando era feliz y cuando estaba mal, cuando me tuve que ir a vivir a otra ciudad por algunos meses y me llamabas a diario a preguntarme cómo estaba, que cuándo volvería por ti, te decía que ya quería ir, que te extrañaba, quería verte y mis papás (por primera vez) ya sabían quién eras tú y que estábamos, te aceptaban, eras una princesa, mi papá te amaba, creo que hasta hoy quiere que seas parte de la familia, como antes, todos te querían, mis primas, mis tíos, mi mamá al final teminó aceptándote y teniéndote cariño, siempre me pregunta por ti, me dice que eras una buena chica para mí, así como fue conmigo, también fue con tu familia, tus papás me querían y respetaban, es más, a veces me hacían más caso a mí que a ti, confiaban en nosotros, te iba a recoger, salíamos con ellos, me traían hasta mi casa, al principio me moría de la verguenza, pero después no tuve problemas, son geniales aunque andes medio peleada con ellos, eran tiempos dorados, un pasado mejor.

Mi tía enfermó de cáncer y tu mamá y tú me apoyaron increíblemente, a pesar de lo trágico, no podía faltar a tu fiesta de promoción, que con tanta anticipación habías planeado. Le dije a mi papá que algo distinto tenía que hacer, regalarte. Me ayudó, nos fuimos a comprar las flores más bonitas y vinimos con todo un vivero. Él se encargó de hacer el arreglo, le quedó increíble, por ahí debes tener alguna foto, no lo sé, buscamos una orquidea natural, la mejor de todo Lima, contactamos a una señora especialista que les hace las orquídeas a las promociones del Markham y el San Silvestre, escogí la que mejor iba con tu vestido, ese vestido negro que te pedí para esa noche, te hice una carta, llegué a tu casa, me miraste y mientras mi papá saludaba a los tuyos, te di el arreglo, lo miraste y te emocionaste, te encantó, a mí también, lo hice para ti, te dije, con mi papá, te sorpendiste, te di la carta y la orquídea, subimos al carro de tu papá y nos fuimos. Bailamos toda la noche, tuvimos una exquisita cena y fuimos bien atendidos, esa noche conocí el Sheraton. Dijimos que algún día íbamos a pasar un fin de semana hospedados ahí después de algún viaje que tuviéramos. Conversamos mucho, la pasamos bien, bailamos hasta las 6 y 30 de la mañana, fue la fiesta más divertida de toda mi vida, la mejor, nunca me la había pasado tan bien, contigo todo era increíble. Tomamos desayuno, nos fuimos cansados en el carro, de la mano, mi papá me esperaba en cierto lugar, bajé y me fui, quería que ese día sea eterno, quisiera reinventar la máquina del tiempo, gracias por todo.

Quedaba muy poco pero no lo sabía, para celebrar nuestro aniversario nos fuimos a un club hermoso al este de Lima, con mucho verde, me intentaste enseñar a nadar en la piscina, la pasamos increíble, hicimos el amor algunas veces, estábamos solo los dos, me encantaba saber que podía compartir tantas cosas contigo, incluso las que te gustaron por mí, o porque yo hice que te gustaran, como el fútbol. Regresamos tempranito a Lima, por la tarde, comimos mucho porque nos moríamos de hambre, nos llevamos lo que faltaba al estadio, mi papá y mi hermano nos esperaban para ver a la U , gritaste intensamente ese día los goles, eras una hincha más, te gustaba compartir cosas conmigo y me encantaba que lo hagas no por obligación, después nos fuimos a Starbucks y terminamos en día con unos frapuccinos de caramelo, riquísimos, te recogieron y yo me fui con mis papás, perfecto, día perfecto, feliz aniversario.

Yo tuve la culpa de nuestra eterna historia fallida, lo siento. No pude esperar y no supe ver todo lo que habías cambiado para mí, siguiendo mi ideología, solo me queda decir que todo pasa por algo, quizás no debíamos forzar nada más, de todos modos siempre vas a estar presente en cada cosa que haga y cuando tenga hijos, les hablaré de que mi primer amor fuiste tú, lamento no haber sido capaz de ver todo lo que significabas para mí, mi inmadurez no me dejó seguir contigo y renuncié a toda posibilidad, cuando me di cuenta, era demasiado tarde, pero no importa, me has dejado la mejor historia que he podido vivir y puedo decir que contigo he conocido el amor en todas sus dimensiones, gracias por todo lo que me enseñaste incluso después de haber terminado, guardo el mejor recuerdo tuyo en todo sentido y ojalá que en algún momento nos volvamos a encontrar. No todas las historias son perfectas, pero la nuestra fue la más bonita que haya podido vivir, ahora somos otros, tú no eres la misma y yo tampoco, hemos cambiado, pero mientras fuimos, estuvimos felices y esos momentos jamás nadie me los va a borrar.
El amor es así, impredecible, no importa entonces el mañana, solo vivir el momento, para que si se acaba, como todo ciclo en la vida misma, te queden los mejores recuerdos y la satisfacción de haber vivido intensamente y feliz.

Eres la introspeccion del amor que hasta ahora no he podido responder, que he podido conocer y que no sé si algún día repetiré, mientras tanto voy a seguir esperando a que pase la vida y me toque vivir algo mejor, distinto, de todos modos y aunque ya no te acuerdes de mí, gracias por lo vivido.
Soy Uziel y esta es mi historia de amor, que tal vez jamás pueda volver a vivir.

domingo, 20 de junio de 2010

Introspecciones suicidas


Yo nací un día de sol cuando nacía la última década del rock. Esta redacción no tiene sentido ni orden, así que no tengo la más mínima idea de por dónde empezar, seguir, ni mucho menos, por dónde voy a terminar, solo espero que para cuando acabe, esté realmente entendible todo lo que quiero expresar.

Decía que nací en la última década del rock, esa generación que dio con la punta de un mazo en el cerebro a todos los que escuchaban el mensaje contestatario y revolucionario de que, esta generación sería la que cambiaría definitivamente el mundo. Kurt Cobain se mató, o lo mataron, o qué demonios, y se fue la mejor banda de grunge de la historia, una jodienda total, ¿no creen?, Héctor lavoe se mató y adiós salsa de barrio, de la calle, un 5 de abril del 92, a un tal Alberto Fujimori se le ocurrió cerrar el congreso y nos jodió a todos, se fue a la mierda la democracia, por otro lado, en otras partes, hace algunos años había terminado la guerra fría y el mundo terminaba de despolarizarse, en el Perú se acababa el terror y atrapaban a un tal Abimael, un terruco de mierda que jugaba a la guerrita y nos tenía como a perro en navidad, en ese contexto nací yo y muchos de los que leen este intento de ubicación geográfica-psicológica de por qué demonios somos lo que somos ( Y también, a veces, estamos los que estamos).

Yo también vi pokemón y Dragon Ball. Creo que por eso engordé. Me acuerdo que iba a mi refrigeradora y comía mucha fruta, y después galletas y kame-hame-ha, y el maestro Roshi y Krillin y sus seis puntitos satanicones en la frente y un amigo entrañable que subía a jugar conmigo y con cachaquitos de dibujos y un cuadradito de playgo, fútbol con los muñecos. Esa fue mi primera introspección gay, jugar fútbol con el muñeco.
Con los pokemones fue otra historia, porque andaba con una pelotita escupiendo a diestra y siniestra "ven a mí, pikachú" tamaña idiotez que solo se puede explicar en una edad en la que todos carecemos de raciocinio. Pero no me arrepiento, porque sé que todos ustedes, infames que leen esto, se sienten identificados, así que no se me vengan a blanquear acá. Pikachú y toda su pandilla me torturaron el cerebro y me cambiaron para mal. Nunca entendí por qué Ash no atrazó a Brock con Misty, tanto fue mi afán que en los exámenes me hueveaba : El volcán Misty, en ciudad paleta, y Gary Oak. Qué desgracia, deberían prohibir esos dibujos que te confunden todo el examen y así, los primeros fracasos.

Yo también, como ustedes, quise conocer Namekusein, esa fue mi primera introspección, entre nubes voladoras y piccolos, con la marihuana.

Yo jugaba con los "chipi taps" ¿y? todos alguna vez nos tiramos al suelo y dijimos, "sapito no vale, pe' , calaco melas" porque se hablaban las lisuras a medias, y después las primeras pichangas, como cincuenta bolitas corriendo atrás de una pelota, hasta el arquero iba a coger la pelota adonde estuviera, qué afán, recién ahora entiendo los orígenes de mi desorden, esa fue mi primera introspección con la planificación de mi vida.

Mi primera chica fue por cartitas, cuando la veía me hacía pichi. Después de medio año de un furtivo amor expresado por misivas la vi, y efectivamente, me hice más la pichi. Solo le pude dar un piquito en más de medio año, tenía 11 y mi vida empezaba a tener cosas divertidas. Esa fue mi primera introspección con el amor, se llamaba Delsa, pero me gustaba otra, de secundaria que se llamaba Valeria. Desde chibolo con la huevada.

No me averguenzo de decir que yo también bailé el "tic tic tac", yo también baile "culebrita pa' ti" yo también bailé "colegiala, de mi vida yo te quiero y te adoro" y en mi colegio también salí haciendo una coreografía del "siqui-siqui" un día de la madre. Esa fue mi primera introspección con el baile, aunque después, haya conocido bien la buena salsa, la dura, la de Lavoe y Frankie Ruiz, todos en algún momento escuchamos y bailamos la rica technocumbia, y no me digan que no, porque a esa edad, nadie discrimina.

Yo también veía todos los sábados de 12 a 4 pm "El Chavo" y era feliz con las repeticiones. Me mataba de la risa con las estupideces que hacían y aún hasta hoy lo sigo viendo y exijo a América TV que transmitan otra vez en ese mismo horario todos los capítulos de Chespirito, del Chapulín y del Chavo y otra vez y otra más. Con ellos tuve mi primera relación sexual con la televisión, mi introspección adictiva televisiva.

La primera vez que vi porno fue en Uranio 15, un día haciendo zapping a las 12.30 de la madrugada, y veo a unas calatas despampanantes contorneándose y coqueteándole a la cámara. Cueros se llamaba el programa, bienvenido mi primer deseo morboso, apetitoso e insaciable de placer en ese momento, de un momento a otro, descubrí que había una manera de saciar el placer y las ganas que sentía al ver a esas féminas, entonces, la primera paja. Y no me digan que jamás se pajearon porque no les voy a creer, y nadie se los va a creer; esa fue mi primera introspección con el sexo y con la autoexploración corporal.
Un día, un familiar que venía de visita a mi casa se quedó a dormir en mi cuarto y fingía que dormía, yo hacía movimientos extraños en la cama y con la televisión prendida, al otro día se lo contaron a mi vieja, ¿y ahora? caballero, no más citas nocturas de placer, televisión restringida y castigado por pajero. Cercenaron mi manera de conocerme y de conocer el mundo, no hay derecho.

Yo escuchaba mucha música en el antiguo equipo de papá, ponía el tornamesa, jodía cassettes y grababa mi voz en varias cintas. Así me reprendieron muchas veces por arruinar colecciones enteras al poner "REC" y dejar que graben gritos míos. Una mesa de centro era mi "piano" y unas hojitas garabateadas encima de un florero, mi partitura. Fue mi primera introspección con la música, que poco después se convertiría en una gran pasión y afición que tendré hasta que me muera.

Y así poco a poco se fue pasando la vida hasta formar lo que realmente soy ahora. Todo influye, todo me ha servido, para bien o para mal, para quedarme con eso o para darme cuenta de lo que no debo hacer, y supongo que de niño fui más feliz, porque aún no conocía en su total dimensión el amor, el sexo, los vicios ni a las personas. Eso lo conocí ya mucho después, y para eso, hay segunda parte. Pronto más introspecciones que serán más suicidas aún.

sábado, 19 de junio de 2010

La radiografía maldita


Mi cámara estenopeica ha retratado lo último de tu obsolecencia. Te has puesto de espaldas y he encontrado el encuadre perfecto para retratar lo que has significado, desde que llegaste hasta el día de hoy y te confieso que no temo equivocarme.

Recuerdo perfectamente que era un día nublado. Desperté temprano y desde la ventana de mi cuarto, a lo lejos, pude ver el jardín opaco, casi oscuro con esas nubes grisáceas que pasaban sin prisa y anunciaban la llegada del amanecer. A lo lejos, unos árboles inmensos, casi negros envueltos en una capa de lamento, como si el cielo de pronto se hubiese deprimido y los árboles junto con él. Era el inicio del invierno en Lima.

Terminé de despertarme, de abrir bien los ojos y corrí hasta el baño, me mojé la cara y pensé un momento, presentía que algo iba a pasar aquel día, la última vez que desperté tan agitado fue cuando hace algunos años fue la fiesta de promoción de mi ex y ese mismo día mi tía se murió de cáncer. Fue un día raro que de pronto se acabó y me quedó como uno de los más felices y más tristes de mi vida a la vez.

La Javier Prado a las 7 de la mañana es intransitable. Probablemente sea la hora más estresante de todas, además de la noche, no me parece una ciudad para nada cómoda ni inspiradora, solo hay un lugar que me llena de paz y de nostalgia infinita, un lugar que me hace pensar en que, realmente Lima debe ser todos sus distritos copiados y pegados tal y cual como aquel, como Miraflores. Es el único lugar en el que se puede ser uno mismo sin que nadie te diga un carajo o te mire extraño. Eso sí, erradicaría a los serenos, o mejor, cambiaría las normas, que no se lleven a nadie por tomar, o besarse apasionadamente o fumar un poco de marihuana, ah que sí.

Me encuentro con Allison, una amiga mía leal, una de las pocas, aunque algo rara, me dice que vayamos a tomar un café, lo acepto, nos vamos, la historia no se debe prolongar mucho, a los 20 minutos de estar sentados tomando el segundo café, apareció ella.

A Camila le hice la primera radiografía inmediatamente después de que la vi por primera vez pasar por mi costado. Yo estaba con el celular algo apurado, y ella sentada como si esperara a alguien, de pronto levantó la mirada, fija, profunda, yo sostuve esa mirada, me sorprendió la seguridad y la altivez de sus gestos, pero eso lo pensé después, en un primer momento la odié, pasé de largo también con un gesto de autosuficiencia y no la volví a ver.

Esa imagen se me vino a la mente aquel frío día de inicio de invierno. Era la misma persona que vi hace un tiempo, se llamaba Camila y tenía esa luz de melancolía que pocas personas tienen. De pronto nos hicimos amigos por la red social y hablamos más, ¿cosas en común? infinitas, ¿Diferencias? más aún, ¿Peleas? mil. Era ella, Allison me prometió que nos llevaríamos bien. En cierta parte cumplió, solo en cierta.

Camila es la espera de un ciego por los ojos que jamás le van a llegar. Es la espera de una estrella fugaz para pedir un maldito deseo. Es una poeta maldita, ella lo sabe pero a veces le cuesta darse cuenta. Desde que la conocí ( y justamente en invierno) recobré viejos fantasmas que tenía escondidos hace mucho, posee una crueldad inusitada, es dueña de un sarcasmo que arrancaría cualquier indicio de candidez de alguna persona. Fría cuando lo quiere y tiernamente infame cuando lo desea, pasional, intensa, depresiva y maniática, Camila ha creado un mundo en el que ella es la protagonista principal de un cuento que puede cambiar, pero del que jamás va a poder salir por voluntad propia, lo intenta pero no puede, está predispuesta a eso y cree no tener la solución ni las respuestas, a veces la superficialidad la mata, la arruina, pero intenta no hacerle mucho caso, es como si estuviera intentando morirse en vida para evitar que la entierren en su propia presencia, es un vendaval de sueños rotos y de decepciones amorosas.

Me gustaría ver si Camila reacciona algún día, si encuentra esa llave que abrirá la puerta que tanto desea encontrar, mientras tanto sigue entre los mortales viviendo como una extraterrestre, Camila no es humana, no es mortal.
Estaba enamorada de alguien que, para variar, le falló. Fueron demasiados años perdiendo su tiempo entre amores que siempre han terminado en lo mismo, han ayudado a sus depresiones y la han mandado en el éxtasis de la búsqueda del amor correcto, o de lo que es peor, de cualquier sentimiento que se le paresca al amor, para suplir esa necesidad que jamás nadie pudo suplir.

Tiene el cabello negro, grande y lacio, los ojos vivaces y la mirada profunda, camina como si estuviera completamente segura de los pasos que da, hasta que al fin la pueden conocer, es agresivamente impredecible. Vive defendiéndose de toda la "mierda" que la rodea, de ese otro mundo que intenta violentar el que ella ha creado y suele sumergirse en llantos interminables porque siente que no hay nadie, absolutamente nadie en su vida.

Todo esto hasta que llegué yo a intentar resolverle la vida.
Como siempre, fracasé.
Mi error ha sido ver cada carencia que ella tiene y hacerla como mía, intentar ser el superhéroe que ella no necesita, o al menos no a mí, mi error ha sido mostrarme como una opción para un cámbio fugaz dentro de la muerte súbita que es su vida completa, nunca debí esperar tanto para decirle las cosas, jamás debí dejar que mi miedo me ganara y por eso terminar perdiendo, es más, empiezo a sospechar que jamás debí decirle nada, a pesar del largo tiempo que pasó. Cuando estaba con ella tenía una cierta tendencia a la depresión que vuelve cuando por algún motivo (y solo cuando me necesita para algo) ella tiene a bien hablarme. Fui un súbdito del reino en el que ella es la emperadora, ama y señora de cada decisión que toma sobre los demás, sin importar quién sea, su juego mortal al final terminó por envenenarme.

Hablábamos muy a menudo, ella era más bien lacónica, quería aparentar esa ecuanimidad que yo a veces, equivocadamente, le transmitía. Camila era la volatilidad caminando, o mejor dicho, flotando. Silente como una flor que se va marchitando por el paso del tiempo, ella así juraba que pasaba y pasaba, sin embargo, no había razón más exacta que la de llamar la atención para que alguien la pueda atender y darle todo eso que le falta, y no digo que esté mal, simplemente así tomé la radiografía y así expongo mi diagnóstico.

Entonces, yo no podía suplir lo que ella buscaba por más de que lo intentaba, fue difícil hacerme la idea de tener esa verdad inconmesurable, irrefutable, imborrable del "jamás contigo, jamás" y yo no soy de aquellos que "si no es contigo, no es con nadie" aunque me duela, he esperado más de un año y es más que suficiente. Camila, te confieso que he conocido a alguien.

Vas a pensar que es una más, que es igual que contigo, porque te hiciste un concepto equivocado de mí pero yo sé quien soy felizmente, y los demás también lo saben, mil veces conocer frente a frente, antes que guiarse por comentarios absurdos, la historia para mí no se escribe así, qué ironía ¿no te parece?

Desde aquel día con Allison en aquel café por la mañana de Lima gris y oscura, hasta hoy, han pasado más de 365 días, mucho más rápido de lo que pensé, y volviendo a la consulta después de tanto me doy cuenta de que tus resultados siempre son los mismos: Desamor crónico en los doce pares craneanos, soledad asintomática reflexiva cardiovascular y portadora de la bacteria del orgullo metabólico en la espina dorsal, la receta te la pueden dar muchas personas, solo tú eres la dueña de tu destino, así como decidiste ser la dueña de tu mundo de invierno y soledad que cargas contigo día a día.

Camila fue una de las personas más increíbles que conocí, y sé que donde está, sigue pensando y sintiendo lo mismo y aún no encuentra la verdadera paz, ni el verdadero amor que tanto ha buscado, y en el cual me reflejo y me incluyo, aunque anhelamos tener a una persona, cuando encontramos a alguien igual, no podemos fijarnos en estas, por más buenas que sean, y tú lo sabes Camila, lo tuyo era físico, lo mío era emocional.

Camila murió ayer y se llevó consigo una parte de mi corazón y de esa historia que pudimos escribir ambos, pero que no quizo, tal vez porque presentía lo que iba a pasar;y, a pesar de todo, sé que seguiras siendo como siempre hasta ahora, aún si muero, te voy a amar toda mi vida, desde dondequiera que esté, pequeña Camila.

viernes, 18 de junio de 2010

Epístola infame

No hay manera alguna de entender la vulnerabilidad del corazón. Quizás en algún momento te encuentras con una señal pero no siempre las entiendes, es que casi siempre, el radar que tenemos programado en el cerebro, falla y no hay forma de retroceder esos tiempos, entonces se puede entender recién después de mucho, que es mejor dejar el pasado en donde está, en el pasado.

Yo te entiendo, créeme. Te juro que no te voy a reprochar nada, no me pidas tampoco que no me sienta mal, tú me conoces mejor que nadie y sabes que esto no es fácil, aunque ya debes suponer que esta vez no me ha afectado tanto como antes.

Hola, ¿Cómo estás?, espero que todo te vaya bien, hace algunos meses que no hablamos, hace algunos meses que todo se acabó, o mejor dicho, que todo lo acabaste. No pretendo victimizarme, ni satirizarte, tú jamás has cambiado, el problema ha sido mío aunque no lo creas, no me di cuenta de la persona que realmente eras, hasta hace un tiempo, por eso necesitaba escribirte esta carta, para de una buena vez, terminar con todo.

Estoy en la vieja escalera de cemento con las flores entumecidas, donde solíamos ver el mar, donde planeábamos mil veces y mil más cómo sería nuestra vida en los siguientes años, cómo nos haríamos felices. Se aproxima el invierno y la vista está cada vez más oscura. Aunque ya no haya nada entre nosotros quiero que sepas que sigo viniendo a este lugar porque es el único que me llena de paz, aunque hayamos estado mil veces sentados en este mismo lugar, he vuelto a venir por mí y ten por seguro de que no me queda el más mínimo recuerdo de lo que fuimos ni de lo que pudimos llegar a ser.

Pensé todo de ti, menos una mentira, ¿o dos, o mil o cuántas fueron?, no te importó besarme después de estar con esa persona que te quitaba poco a poco lo último de corazón que te queda. Yo lo sé, vas a ser muy feliz, a tu manera, no te preocupes que para ti todo va a seguir bien (y acaso para mí, muchísimo mejor) , tú no sabes lo que se siente tener el corazón roto, es como si estuvieras programado para no sufrir, y lo que es peor, para hacer sufrir sin tener un ápice de piedad, pero igual te va a ir bien, hagas lo que hagas nada en ti va a cambiar porque es tu naturaleza, tu forma de ver la vida, lo único que lamento es haber perdido tanto tiempo que ahora intento recuperar desde el mismo lugar donde solíamos sentarnos.

Las olas rompen furiosas y el viento las trae cada vez más cerca, la vista se me nubla un poco y tengo ganas de llorar, pero que te quede muy en claro que no es por ti, que es por mí, porque quisiera encontrar lo que tú dejaste que se escapara de mí y volver a sentirme feliz, sé que nunca es tarde, no me apresuro pero tampoco me resigno, mientras que tú quizás tengas a otras personas a las que le hagas ver un mundo diferente y terminen sabiendo tarde, muy tarde, quién realmente eres.

Eres el libro de preguntas que jamás quiero volver a responder. No pienso involucrarme más en tus juegos tontos y te juro que después de esto, nada más. No te pediré que olvides todo, sería muy tonto, algo te debe haber quedado, mejor me lo pediré a mí, me va a ayudar, y aunque no lo creas, sé que dentro de poco algo va a cambiar, porque las vueltas se van a dar para tu lado, no para el mio, tenlo por seguro.

Adiós, no me mires más, no me expliques nada, no regreses a los lugares donde fui feliz alguna vez, no me hables con esa autosuficiencia como si para mí nada hubiera tenido sentido, no me digas que ya no te importo porque al final vas a terminar buscándome, pero desde siempre sabes que aunque nos volvamos a ver algún día, así sea mañana, va a ser demasiado tarde.