miércoles, 30 de septiembre de 2009

Historia de un suicidio.

Ayer me deprimí.
Ayer inhalé cinco gramos de cocaína durante la noche.
Ayer me corté el brazo con un cuchillo de cocina.
Ayer lloré hasta que mis ojos se secaron.
Ayer me suicidé.
O mejor dicho, me suicidaron.
He muerto rodeado de amigos, rodeado de gente, rodeado de cosas, rodeado de planes, de proyectos, de sueños, de metas; rodeado de nada, de absolutamente nada.
Precisamente es esa nada la que me ha hecho estar así, es imposible no sentir tanta soledad, porque esa nada es precisamente la sensación de soledad que nunca se iba a ir por más de que esté rodeado, nunca.
Ayer me suicidé por eso, y por muchas otras cosas más.
En mi vida (la que tuve) no he sido lo suficientemente capaz como para enfrentar los problemas, siempre he sido un cobarde, un miedoso, pesimista, pero aún así algunas cosas me salían bien. El punto es que no me daba cuenta por lo general de lo que me salía y de lo que no, pero hubo personas que también se encargaron de alimentar esa confusión.
Me he matado porque ha sido una manera de protestar, de hablar, de gritar, de llorar, de decir que estaba aquí y que ya no estoy, dénse cuenta, me he matado porque era la única manera de seguir vivo, y no morir jamás, y de ser completamente feliz, aunque mucha gente no lo entienda.

Mis papás se odian, no se pueden ver, no se soportan, se miran mal, detestan compartir un mismo lugar, pero viven juntos, y se han acostumbrado a fingir, a hacerme creer que todo está perfecto, y son tan buenos actores que en toda mi vida les he llegado a creer un par de veces, ellos no se quieren y creo que jamás lo han hecho, solo han estado casi por obligación, por necesidad, por no quedarse ambos solos, es una especie de contrato, y en una de esas claúsulas estaba yo como petición básica para cumplir ese contrato.
Ambos me han querido a su manera, pero no he sido tan fuerte como para que no me afecte todo lo que a escondidas he escuchado de ellos durante toda mi vida, y en esa circunstancia he crecido, me he formado, he hecho ciertas cosas, y finalmente, me he matado (y me han matado, o suicidado, que no es lo mismo).

Me hize músico, porque en la música encontré una salida, encontré a alguien que no me iba a dejar jamás y una vía para escapar de toda la mierda que la vida me ha tirado siempre, para escapar de todo, y de todos. Porque una cosa es estar rodeado de gente y otra muy distinta es estar acompañado. He sido hiperactivo, divertido, travieso, escandaloso, pero solo fue para que no vean lo que realmente soy y de lo que estoy hecho. Por dentro casi pocos supieron cómo fui realmente, es más, probablemente nadie, la música canalizó eso y sentí que me entendió; por esto de la música me hize escritor.
Escritor es cualquiera que escribe lo que sea. Lo otro, con título es literato. Yo no soy literato. Ni siquiera acabé la carrera porque me maté, y no sé si la hubiera acabado porque soy un mar de indecisiones y no es mi culpa, es culpa de mis papás, de la inestabilidad, de los problemas, de las enfermedades, de las necesidades, etc, etc. Escribía lo que sentía porque era la única manera de que los pocos que me entendían sepan cómo me sentía, lo que pensaba, lo que hacía, lo que fantaseaba, lo que inventaba. He sido las dos caras de la moneda: La alegría y la perfección y la Desolación y la tristeza.

He hecho creer que me importaba lo que los demás digan, para que crean que estoy con ellos, pero en realidad nunca ha sido así, poco me ha importado todo lo que me decían porque sabía que eran cosas irreales o utópicas. Me enamoré muchas veces, pero no fue recíproco. Esperé siempre a la persona de mi vida, a la que me iba a cambiar esa manera de pensar y nunca la encontré, sin embargo, a mí sí me encontraron, y me hicieron daño, siempre me enamoraba de la persona equivocada, o de la que jamás se iba a fijar en mí, y siempre volvía al mismo punto de origen: La soledad, la maldita soledad.
No he podido refugiarme en alguna creencia religiosa porque no creo en las iglesias. No creo en la institución de la iglesia y mucho menos en el clero, en el papa o en los santos. Nos inventaron una historia muy bien tramada y nos dominan como se les da la gana, sin importar lo que realmente debería importarles: Dios. Ellos no son ejemplo de nada, cardenales, obispos, sacerdotes, vienen siendo soldados del mismo ejército o de engañados o de tontos útiles para un poder superior terrenal que ha manejado al mundo desde atrás y a lo largo de la historia, no puedo tener un respaldo religioso, tal vez si lo hubiera tenido, no me hubiese matado, Dios me entendería ( Y espero que al menos intente hacerlo cuando le explique el por qué).

No he disfrutado mi vida a pleno. No tuve dinero, y aunque digan que eso no es impedimento, es particularmente necesario para todo, absolutamente todo. Me he drogado los últimos meses porque lo necesitaba y no sé por qué, no lo termino de entender, he caminado solo por la playa pensando en mí, en lo que fui, lo que no fui, intentando buscar alguna razón...no la he hallado. No he sido feliz sexualmente, no puedo dar lo que las mujeres pragmáticas piden, ellas no me pueden dar lo que yo también pido, el vivir rápido me ha ido matando poco a poco. Siempre he hecho las cosas a medias por eso, por vivir rápido. Toqué instrumentos, pero no fui bueno en ninguno, escribí muchas cosas pero ninguna tuvo relevancia, estudiaba una carrera, pero tal vez no la acabaría y me cambiaría, me enamoraba y no duraba nada, se acababa, intentaba que me entiendan, y no lo hacían, necesitaba paz y me daban guerra, necesitaba motivos y no me explicaban las cosas, daba señales pero no me atendían. Probablemente haya personas que sufran más, pero no me hicieron para resistir tanto, por eso soy un cobarde, un maricón, por eso no he sido feliz y nadie se ha enamorado de mí, aunque todos me quieran, aunque todos me digan que están conmigo, y cuando yo no estuve, ellos tampoco estuvieron, y ya no podrán estar más tampoco.


Me levanté temprano, al rededor de las 7 de la mañana, prendí la televisión, vi mi celular, fui al baño, me senté en la cama, pensé un poco, abrí un cajón de mi velador, vi lo que había, lo cerré, cogí el teléfono, marqué 6 números, no me animé a marcar el último, colgué, fui a la cocina, traje un vaso con agua, me volví a parar, fui al clóset, saqué un pantalón y un polo, me cambié sin bañarme, cogí mis llaves y me fui.
La playa muy temprano es muy triste. La niebla cubre todo el horizonte de un tono grisáceo, oscuro, lúgubre. Me puse los audífonos, prendí el reproductor, bajé a la orilla, me senté en las piedras, volví a pensar, volví a sentir lo que toda la vida estuvo conmigo, la angustia, el vacío, el dolor. Después de una hora vi pasar una mujer hermosa, corría por la orilla, era alta, tenía los ojos grandes, el cabello lacio, castaño claro, era flaquita, de mirada dulce; se alejó, la vi perderse entre la niebla, a lo lejos, un carro la esperaba, subió, se fue. Ella fue la última mujer que me gustó, en la última que pensé que podría ser el amor de mi vida, mi última posibilidad se fue corriendo, pero daba igual, solo era una ilusión instintiva, de todos modos ya no valía la pena, era demasiado tarde.

Volví a casa, abrí la puerta, pasé a mi cuarto, prendí la televisión otra vez. Un padre violó a su hija y después la mató; Otra congresista implicada en un caso de corrupción; Universitario perdió el clásico 4 a 0 en el Estadio Monumental; En lima la delincuencia ha aumentado a más del 60% en toda la ciudad. Apagué. Fui a la computadora, abrí el messengger, no había mucha gente, pero estaba la chica que me gustaba. Me habló contenta, le respondí cortante, total de nada servía. Me preguntó si estaba bien, le dije que sí, y me dijo qué iba a hacer esta noche...Lo pensé y le dije, tengo una reunión importantísima a la que no puedes ir, porque aún no te toca, no es tu tiempo, no me entendió, o quizás no quiso entenderme. Me dijo que estaba empezandose a enamorar, que había conocido a un muchacho increíble, le dije que iba a ser muy feliz porque se lo merecía, y que esperaba que ese muchacho tenga un corazón a la altura de su inteligencia. Me dijo que se iba, le dije que también yo. Me dijo que me quería, le dije que yo más, aunque se lo dije sin muchas ganas, sin efusividad. Me dijo que me cuidara, que ya hablaríamos al otro día, esperó que le responda pero no le dije nada. Se desconectó.

Almorzé, toqué guitarra, escribí una canción, le hize una melodía en el piano, la guardé, la grabé, se me fueron varias horas allí, que me sirvieron porque me despejaba, olvidaba todo.
Me quedé dormido, pasó una hora y media, me desperté, me sentí mal, me dolía el estómago, tenía náuseas. Ya sabía lo que era. Fui al bar, saqué ron, cerveza, wishky, bebí de cada uno, puse música suave, con letras algo tristes, me puse melancólico, empezé a llorar, fui al cuarto, abrí el cajoncito de mi velador, saqué un paquetito envuelto, me fui a la sala, lo abrí, me agaché, aspiré cocaína, me dio vueltas la cabeza, la música era más rápida, más desgarradora, dolía más, sentía que el momento estaba llegando, me acordé de la mañana fría, de la conversación del messengger con mi chica (que no era mi chica, y que nunca lo iba a ser por razones que ya expliqué y porque el amor tiene animadversión hacia mí) me acordé de el almuerzo, de la canción que escribí, de el último sueño que tuve (que fue el mejor de mi vida, era la antítesis de todo lo que había sido, vivido y pasado), pero definitivamente, me acordé del maldito día anterior.

"Ya no podemos hacer nada, tienes cáncer avanzado al estómago"
"Tienes cáncer avanzado al estómago"
"Tienes cáncer, tienes cáncer, tienes cáncer"

Tienescáncertienescáncertienescáncer.

Lloré mucho más, fui a la cocina, saqué un pequeño cuchillito, regresé a la sala, volteé mi mano izquierda, me vi las marcas, introduje el cuchillo una vez más, vi salir la sangre, sentí cómo me ardía, y lloraba y las lágrimas caían, se mezclaban con la sangre que salía a borbotones, esta vez fue más dolorosa que las anteriores, que las muchas anteriores. Volví a inhalar cocaína, mi pulso estaba acelerado, caí al suelo, me golpeé la cabeza con la esquina de la mesa de centro, no tenía más fuerzas ni más lágrimas ya, mi vida no dependía de mí.

Intenté coger el teléfono, lo logré, esta vez sí marqué los seis números, empezó a timbrar, contestó ella, mi chica, le dije que cómo estaba, me dijo que bien, que iría a encontrarse con su chico porque la había invitado al cine. La última célula que reconocía el amor en mí, murió. Le dije que se cuidara y que sea feliz, que ella era demasiado inteligente como para no haberse dado cuenta de las cosas, le colgué, llamé a mis papás, contestó mamá, le dije que estaba bien y que me iría por unos días, no le dije adónde, no me lo preguntó, era un milagro porque siempre me preguntaba en dónde estaba o a dónde iría, le dije que me despida de mi papá, que habían sido los mejores del mundo, y que si algún amigo llamaba, que les diga que yo me comunicaría con ellos.
Ninguno llamó, a pesar de que no sabían de mí hace 5 días. Cuando entré al messengger, nadie preguntó, no hablaron.
Medio inconciente del dolor físico e interior me levanté y fui a mi cuarto.
Prendí la lamparita, miré mi velador, me dolía como nunca el alma, el cuerpo, la mente, el corazón, me sentí más vacío que de costumbre, me acordé de las palabras del médico, (de que ya no tenía ningún sentido, de que siempre iba a ser un depresivo de mierda, un maricón, de que nunca iba a poder encontrar a la chica ideal, o que al menos alguien logre fijarse en lo que soy, por como soy, alguien en quien yo también me haya fijado, de que mis papás no iban a solucionar jamás sus problemas y que estaba arto de las pantallas, de las mentiras, todo por darme una "buena imagen familiar, un ejemplo", de que no iba a disfrutar jamás de mi sexualidad, de que nunca iba a poder componer bien una canción, de que no iba a terminar bien un libro porque no entendía o porque me daba sueño, de que no servía para ningún deporte porque hacía todos, pero ninguno bien, de que yo no era yo, sino que era otro yo viviendo en mí, que me restringió la vida, el placer, la felicidad, de que mi chica jamás se iba a fijar en mí) , abrí el cajoncito, apagué la luz, apreté mis dientes, tuve miedo, yo sabía qué era lo que me esperaba pero suponía que todo era mejor que estar viviendo en ese momento, metí mi mano, saqué la pistola, lloré mis últimas lágrimas, me arrepentí e inmediatamente me dije que no podía ser tan maricón, justo cuando iba a demostrar por primera vez a todos que era valiente, dudé, hasta antes de mi muerte la indecisión estuvo en mi vida. Después de que me convencí y alejé un poco mi miedo volví a dudar: ¿Me reviento la sien o me perforo la garganta?
¿Me reviento la sien o me perforo la garganta?
¿Me reviento la sien o me perforo la garganta?
¿Me reviento la sien o me perforo la garganta?

Decidí.




Me perforé la garganta.
No sentí casi nada, no pensé en casi nada, solo sentí una presión inmensa un segundo antes de disparar, y después nada, y así me fui, así me maté, así me suicidé, así me suicidaron. Me suicidaron porque soy tan cobarde que le tengo que hechar la culpa a otros de todo lo que me pasa, hasta en el día de mi muerte, o de mi suicidio.


Vi mi cuerpo caer al suelo, la sangre salía de mi boca, no me movía, me quedé ahí horas. Al otro día el teléfono sonaba, obviamente nadie contestaba, nadie iba a contestar, a la tarde mis papás llegaron, abrieron la puerta, preguntaron por mí, nadie les contestó, pasaron por la sala, vieron las botellas, vieron polvo blanco en el sofá, entraron a mi cuarto y me vieron tendido en el suelo, aún con un hedor terrible, muerto, muerto, muerto.
Se quedaron impávidos, espantados, mi mamá lloró, los nervios se le alteraron, gritaba, se tiró al suelo, me abrazó, pidió que vuelva, se jalaba de los pelos, golpeaba la pared, el piso, se arrancaba la ropa, se preguntaba ¿Por qué?, se ahogaba en su llanto mientras que mi papá no decía una palabra, miraba con los ojos rojos, llorosos, movía la cabeza, intentaba calmar a mi mamá sin decir una palabra, no se explicaban el por qué, nunca lo han entendido y nunca lo van a entender.
Hoy me están velando, desde que se han abierto las puertas ha llegado muchísima gente, amigos, compañeros, conocidos, del colegio, del barrio, de la universidad, primos, amigos de mis amigos, familiares, en la sala no entra nadie más, en la sala están todos por mí, pero creo que demasiado tarde.
Nunca di señales de nada, yo lo sé, nunca mostré lo que realmente soy, lo frágil que era, siempre quise ver a todos felices, era la manera más lógica para mí de sentirme feliz, era como si envidiara sanamente los logros de los otros, como si me identificara, como si dijera que nunca podría ser como ellos, pero ayudándolos, sentía que podía identificarme y ser parte un poco de la felicidad. A mi velorio han ido muchas personas, y probablemente mañana me entierren, o me cremen, o lo que fuese, y en tres días la vida siga igual, porque es así, vivimos para lo mediático, para lo oportunista, tal vez algunos me recuerden más, otros menos, otros ni se acuerden de quién fui, pero eso no importa, igual yo desde donde estoy los voy a cuidar a todos, sin distinción, al menos hasta que sepa a dónde realmente me voy a ir, porque supongo que estoy en la trancisión de la transición, que es la vida misma, estoy al límite. Los voy a cuidar porque se lo merecen, a pesar de todo, porque me han mostrado la felicidad, aunque yo no la haya podido vivir, si la he podido ver y saber que existe, y también cuidaré a los que se sienten solos aunque estén llenos de gente y de ropa y comida, para que no pasen lo que yo pasé, espero que funcione, solo así sabré si realmente mi vida ha servido de algo para que ahora en la muerte empieze a tener esa felicidad que siempre he soñado tener y que nunca pude alcanzar.
De todos modos, gracias a todos por ser lo que son.

Ayer me deprimí.
Ayer inhalé cinco gramos de cocaína durante la noche.
Ayer me corté el brazo con un cuchillo de cocina.
Ayer lloré hasta que mis ojos se secaron.
Ayer me suicidé.
O mejor dicho, me suicidaron y todo sigue igual.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

No juegues.
No juegues a que eres feliz conmigo.
No me digas que te vas a quedar si siempre terminas yéndote.
Si siempre te quieres ir como si no importara todo el tiempo que hemos tenido.
No me digas que soy el único
No lo digas, silencio, ya no lo repitas.
Porque tu sabes perfectamente que no es cierto, que te comparto y me duele.
Abrázame por última vez.
Yo sé que el hastío te ha matado, ha hecho que el cariño muera.
La monotonía, tu dices que es la monotonía
pero yo sé la verdad: Ya no me quieres igual.
No me grites, no intentes esconderte en el eco fuerte de tu voz
Tu mirada te delata. Te conosco hasta el cielo, sé que intentas pero no puedes.
No divagues entre esos pensamientos que te estan atormentando
ya no más.
Por favor, ya no más.
No pienses que voy a llorar, que lo voy a hacer difícil.
He aprendido que las cosas suceden y punto, que lo más difícil de terminar
no es haber empezado;
lo más difícil es aceptar.
Está bien, pequeña. Acepto que he perdido
que el mundo se me está oscureciendo y que no te voy a ver más
pero ya deja de gritarme, no seas dramática.
Yo te amaba y tú lo sabes.
No me importas, tal vez solo esta noche,
ya mañana no, ya no.
No trates de consolarme, de decirme que encontraré a alguien en el momento ideal,
ya estoy aburrido de escuchar siempre lo mismo
de soñar con la persona que jamás va a llegar.
No seas hipócrita y digas que ha sido la mejor experiencia,
guárdate tus palabras, olvídate de mí
aunque yo sepa que tal vez nunca yo me olvide de ti.
Cuelga el teléfono por el que me miras
estoy harto de estar en la misma situación
No quiero verte, entiendeme.
No quiero escuchar tus estúpidas explicaciones
No quiero que me digas que vas a venir, que vas a volver por mí
no me llenes de esperanza...
No voy a dejar de pensarte, aunque siempre quiera hacerlo.
No me niegues que me traicionaste, que no cumpliste lo que me juraste.
No me beses, no me señales, no me hables, no me llores.
Yo estaré bien ahora que todo acabó...te juro que estaré bien.
No te mueras.
Es muy tarde, ya lo sé, pero prométeme de allá arriba me vas a cuidar
aunque nunca cumpliste tu promesa
y te fuiste.
Y me dejaste, me heriste, me mataste
Y te odio.
Y te amo.
Y te vuelvo a odiar.
Pero te amo más.
Y no pienso dejar de hacerlo hasta el día en que te encuentre.
Porque pronto iré por ti.
Aunque tú no le hayas podido ganar la batalla a tu maldito
ORGULLO.