jueves, 30 de septiembre de 2010

Gris

Querido diario:

Hoy he conocido más de cerca la soledad. En tus hojas bizarras soportas entonces toda la ira que me causa la sensación de hastío de la vida misma, felizmente tú lo haces, por eso abuso de tu cansada impavidez y objetividad, por eso te agradesco el no criticarme por cada paso que doy, el estar pese a todo siempre conmigo, el ser la herramienta que necesito para reparar y reordenar algunos engranajes que muy a menudo se terminan desprendiendo de mi vida.

Hoy he conocido más de cerca la soledad y la vi en el rostro adusto de una bella mujer que me negaba una sonrisa, ¿qué hago?, ¿mantengo la sonrisa?, ¿me voy alejando y agacho lentamente la mirada?, nada, no hago nada. Para variar no puedo hacer nada porque no tengo la valentía, me gana la abulia, la melancolía, el cielo gris me puede, tu sonrisa me puede.

¿A dónde mierda se supone que estoy yendo?, hipotéticamente si fuera distinto (en un sentido reducido de la palabra) quizás tenga esa oportunidad, ya sabes que no siempre es como parece, no siempre puedes llegar al cielo sin aprender a volar primero, me falta, hay días de paupérrima gana, de mierda que vuela sobre mi cabeza.

No tengo sentido, no me hallo, no estoy. El orden se ha perdido por completo entre el cauce de un río que no puedo navegar, que el destino me ha impuesto sin opción a parada alguna, solamente voy y voy, no hay más, no habrá más, no hay nadie, tengo miedo, mucho miedo.

Por favor, ayúdame. Exorcisa todos esos miedos intrínsecos que me acollonan, que me tienen temeroso, frágil, quita los malditos fantasmas, dame vida, oxigena mi alma con un soplo del espíritu de tu corazón, no me dejes caer, no seas cómplice de la risa burlona de mi destino, cambia mi historia puesto que yo soy tan cobarde que ni siquiera eso puedo hacer.

Si te da la puta gana, mátame. Tírame contra la pared, señálame con tu índice, sé desafiante, saca una pistola, apúntame, grítame, dispárame, no falles, por favor, no falles, no hagas que me duela más aún, al menos tú te vas a sentir liberada, uno de los dos va a ganar, aunque sea a costa del otro, no tengas miedo, apúntame, disparame, mátame.

Querido diario, si no vuelves a sentir mis puños desgarrados y la pluma con el peso de mi alma sobre tus hojas desafiantes, quiero que sepas que ha sido por el bien de ambos: a veces lo mejor resulta no sentir lo que viene, aunque digan que es de cobardes, los valientes no viven y lo cuentan implícitamente.

Llega, no tardes, sálvame, ya sabes dónde estoy, si te vas a quedar, haslo, no me opongo, tampoco lo celebro, si quieres hacerme llorar de la felicidad (hace rato lo necesito) no te detengas, si quieres gritar que me quieres y que soy lo más importante para ti, no te reprimas, mi sueño es que lo vivas tan intensamente como yo y que cada día que pase me ames más, que sea tu corazón el que guíe mis pasos, el que lleve a perderme o a encontrarte, pero siemrpe a tu lado.

Sé que no vas a estar y ya no importa, si tengo que seguir esperando, lo voy a hacer, el problema es que no sé qué mierda espero, o a quién, da igual, la vida es una y los mejores años los tengo a tu lado, soledad, y mi apoyo más fiel está sobre ti, querido diario, es por eso que te hago este pequeño homenaje, porque nadie es capaz de ver más allá, de encontrar razones complejas y de ser feliz en la simpleza, aunque para mi desgracia, también estés solo en mi imaginación, así como la persona a la que le escribo estas líneas mustias, desesperadas, vomitivas.