lunes, 21 de marzo de 2011

Mágica, silente, flotante.

Yo recuerdo haberme sentido el más poderoso escritor, haber merecido quizás un nobel, tener una coraza irrompible de palabras abstractas que circunden los corazones más fieros y los quebranten como un débil cristal.

Yo quería ser un eximio escritor, un poeta de verso dulce, diáfano, armónico, un contador de historias diferentes, de volátiles personajes, hadas y cuentos mágicos, hasta que sucumbí ante mis propios deseos, ante la fugacidad de mis creencias, ante lo inconsistente de mi abstracción de la realidad, ante ese mundo que solo personas con halo etéreo pueden hacernos conocer.

Yo era un escritor ducho hasta que leí este blog y mi teoría flotó como el cierzo con las hojas del otoño.

Gracias por ser tan diferente, por dejarme ser a ratitos, parte de ese mundo increíble al que perteneces y del cual estamos a veces tan distantes.


[A Jennyffer Salazar Ercilla, para siempre.]

viernes, 18 de marzo de 2011

Te juré que para siempre

Cuando entendamos que no sumamos días a nuestras vidas, sino que los restamos, quizás nos dediquemos fervorosamente a vivir como queremos, a dar todo de nosotros hasta donde el corazón alcance.


[A mis mejores amigos, los que hacen que escriba siempre las mejores historias.]


Así como la tarde cae lentamente y va perdiendo la claridad el sol, y todo se obnubila de pronto, el cielo es más breve, en el fondo las montañas van verdiendo la fuerza y ahora están como detrás de una gran cortina grisácea, así como las hojas rosadas de un árbol copioso van cayendo de a pocos, el otoño que se acerca, así la vida pasa, así el tiempo pasa, así el cierzo vuelve y no te puedo olvidar.

Dicen los que estudiaron filosóficamente la vida, que en ella hay una ley del eterno retorno, que algo que llega y permanece, jamás se va, probablemente esa ley no se cumpla con todos, quizás llevemos un gen dentro que nos haga más propensos, quizás es por eso que a pesar de todo el tiempo, de que tu vida es completamente distinta a la mía, vuelves en alguna canción, en alguna fragancia, en alguna sonrisa de una niña que pasa por la calle, me mira contrariada, me sonríe al final como lo hacías tú.

Me esperabas desde siempre y aunque reconocías que había tardado, ya no te importaba, igual todo era perfecto, ¿algún defecto?, ninguno, yo era perfecto y naturalmente lo creiste siempre, incluso hasta el final. El miedo que tenías al principio se fue, se apagó como tus ojos esa tarde mientras octubre sonaba, mientras me prometías que jamás ibas a dejarme y en mi mente las ganas infinitas de quedarme contigo para siempre, todo tan común, como la gente se ama, como cualquiera promete: sabías que no éramos como el resto de las parejas, sabías lo que realmente valía y por eso me cuidabas.

-El color de tus ojos cuando el sol te ilumina-dijiste despacio mientras te apretaba fuerte las manos- el sonido de tu voz, tus silencios, tus miradas.

Esa capacidad de hacerme sentir la persona más importante del mundo, ese sentido de la abstracción cuando estabas conmigo, las ganas de verme, lo que hacías para tener un segundo de mí, solo uno, esos minutos que te resultaban eternos cuando no contestaba una llamada, cuando no respondía alguna carta, cuando no me encontrabas y parecías más perdida aún.

-Contigo aprendí a decir lo que pienso-me mirabas agradecida, como suplicando que jamás me vaya- aprendí a no tener miedo, aprendí a entender que eres la única persona con la que siempre quiero estar y a demostrarte todo lo que siento.

No podría hacer cosas que antes hice contigo, nunca otra vez de rodillas para decirle a otra persona que se quedara conmigo, que intentara quererme como tú lo hiciste, que entienda mis manías y mis formas, mis demonios, mis ángeles, que sepa lo que realmente hago, lo que voy a decir, que se preocupe a cada segundo por mí, que aprenda a decir las cosas, a hacerme entender, que no se calle cuando un fantasma acollona. No habría, no podría.

Soy el hombre perfecto, ese que no tiene error alguno, soy el hombre que soñaste, el príncipe del cuento que tú misma te encargaste de crear, de escribir y al cual jamás le pusiste final: se lo puse yo. ¿Contra quiénes he peleado todo este tiempo que no has estado aquí, estos años infinitos en los que a veces tu imagen parecía desaparecer lentamente como una foto ardiendo en la hoguera?, al final yo cometí el error.

La calle está sola y ahora es invierno, he dejado de escribir algunos meses pero jamás olvidé esta historia ni un solo día. La he releído cada día, cada madrugada frente a la única foto que me quedó de ti, con una pluma y poca luz, hasta el amanecer cuando los rayos del sol empezaban a filtrar por la claraboya, donde caía rendido ante el cansancio y la tristeza de pensarte y saber que no ibas a estar jamás aquí.

Han pasado casi veinte años y no he dejado de sentir como se me contrae el corazón cuando pienso en lo bien que debes estar, en lo mucho que me has hecho falta, en lo grandes que están mis dos hijos y en lo solo que me he quedado, que se convirtió en una maldición desde que hice que te fueras. Les he hablado de ti, ya son muy grandes y entienden la situación, saben respetar, son muy maduros, todos llevan algo de ti porque yo también lo llevo, ahora conocen el verdadero sentido del amor, la forma de amar cuando uno realmente lo siente, de que el tiempo es cada vez más corto y si no se vive al máximo solo vivimos para morirnos a tiempo completo, eso fue lo que tú me enseñaste con acciones, con paciencia, con amor que superó mil problemas de todo tipo, menos el más grande, ese que jamás se resolvió y que me hizo perderte.

Desde ayer no perteneces a este mundo y quería dejarte esta carta, que en algún momento pensé dártela para que sepas que me he pasado la vida tranquilo y que mi felicidad se fue contigo hace ya muchos años. Desde que te conocí, esa noche estrellada en medio del bullicio de la gente y de miles de miradas que se cruzaban, esa noche en que descubrí que era más de lo que yo creía gracias a ti, hasta el tiempo que estuvimos juntos, que me hiciste feliz y yo más a ti, desde esos momentos sabía que algo me iba a abrazar toda la vida a ti, quizás tu único error fue creer que era perfecto, en descubrir lo falible del otro está el secreto de la eternidad al lado del otro, lo descubrimos demasiado tarde.

Cuídame, siempre vas a ser la primera estrella de la mañana, y cuéntale a Dios que aquí en la tierra también sabemos amar.
El recuerdo y las historias son las que nos hacen permanecer en la eternidad.
Gracias porque en mi memoria aún soy feliz por ti, te amo.

PD: Prométeme que llorarás como yo cuando veas el vídeo de esta canción.