domingo, 20 de junio de 2010

Introspecciones suicidas


Yo nací un día de sol cuando nacía la última década del rock. Esta redacción no tiene sentido ni orden, así que no tengo la más mínima idea de por dónde empezar, seguir, ni mucho menos, por dónde voy a terminar, solo espero que para cuando acabe, esté realmente entendible todo lo que quiero expresar.

Decía que nací en la última década del rock, esa generación que dio con la punta de un mazo en el cerebro a todos los que escuchaban el mensaje contestatario y revolucionario de que, esta generación sería la que cambiaría definitivamente el mundo. Kurt Cobain se mató, o lo mataron, o qué demonios, y se fue la mejor banda de grunge de la historia, una jodienda total, ¿no creen?, Héctor lavoe se mató y adiós salsa de barrio, de la calle, un 5 de abril del 92, a un tal Alberto Fujimori se le ocurrió cerrar el congreso y nos jodió a todos, se fue a la mierda la democracia, por otro lado, en otras partes, hace algunos años había terminado la guerra fría y el mundo terminaba de despolarizarse, en el Perú se acababa el terror y atrapaban a un tal Abimael, un terruco de mierda que jugaba a la guerrita y nos tenía como a perro en navidad, en ese contexto nací yo y muchos de los que leen este intento de ubicación geográfica-psicológica de por qué demonios somos lo que somos ( Y también, a veces, estamos los que estamos).

Yo también vi pokemón y Dragon Ball. Creo que por eso engordé. Me acuerdo que iba a mi refrigeradora y comía mucha fruta, y después galletas y kame-hame-ha, y el maestro Roshi y Krillin y sus seis puntitos satanicones en la frente y un amigo entrañable que subía a jugar conmigo y con cachaquitos de dibujos y un cuadradito de playgo, fútbol con los muñecos. Esa fue mi primera introspección gay, jugar fútbol con el muñeco.
Con los pokemones fue otra historia, porque andaba con una pelotita escupiendo a diestra y siniestra "ven a mí, pikachú" tamaña idiotez que solo se puede explicar en una edad en la que todos carecemos de raciocinio. Pero no me arrepiento, porque sé que todos ustedes, infames que leen esto, se sienten identificados, así que no se me vengan a blanquear acá. Pikachú y toda su pandilla me torturaron el cerebro y me cambiaron para mal. Nunca entendí por qué Ash no atrazó a Brock con Misty, tanto fue mi afán que en los exámenes me hueveaba : El volcán Misty, en ciudad paleta, y Gary Oak. Qué desgracia, deberían prohibir esos dibujos que te confunden todo el examen y así, los primeros fracasos.

Yo también, como ustedes, quise conocer Namekusein, esa fue mi primera introspección, entre nubes voladoras y piccolos, con la marihuana.

Yo jugaba con los "chipi taps" ¿y? todos alguna vez nos tiramos al suelo y dijimos, "sapito no vale, pe' , calaco melas" porque se hablaban las lisuras a medias, y después las primeras pichangas, como cincuenta bolitas corriendo atrás de una pelota, hasta el arquero iba a coger la pelota adonde estuviera, qué afán, recién ahora entiendo los orígenes de mi desorden, esa fue mi primera introspección con la planificación de mi vida.

Mi primera chica fue por cartitas, cuando la veía me hacía pichi. Después de medio año de un furtivo amor expresado por misivas la vi, y efectivamente, me hice más la pichi. Solo le pude dar un piquito en más de medio año, tenía 11 y mi vida empezaba a tener cosas divertidas. Esa fue mi primera introspección con el amor, se llamaba Delsa, pero me gustaba otra, de secundaria que se llamaba Valeria. Desde chibolo con la huevada.

No me averguenzo de decir que yo también bailé el "tic tic tac", yo también baile "culebrita pa' ti" yo también bailé "colegiala, de mi vida yo te quiero y te adoro" y en mi colegio también salí haciendo una coreografía del "siqui-siqui" un día de la madre. Esa fue mi primera introspección con el baile, aunque después, haya conocido bien la buena salsa, la dura, la de Lavoe y Frankie Ruiz, todos en algún momento escuchamos y bailamos la rica technocumbia, y no me digan que no, porque a esa edad, nadie discrimina.

Yo también veía todos los sábados de 12 a 4 pm "El Chavo" y era feliz con las repeticiones. Me mataba de la risa con las estupideces que hacían y aún hasta hoy lo sigo viendo y exijo a América TV que transmitan otra vez en ese mismo horario todos los capítulos de Chespirito, del Chapulín y del Chavo y otra vez y otra más. Con ellos tuve mi primera relación sexual con la televisión, mi introspección adictiva televisiva.

La primera vez que vi porno fue en Uranio 15, un día haciendo zapping a las 12.30 de la madrugada, y veo a unas calatas despampanantes contorneándose y coqueteándole a la cámara. Cueros se llamaba el programa, bienvenido mi primer deseo morboso, apetitoso e insaciable de placer en ese momento, de un momento a otro, descubrí que había una manera de saciar el placer y las ganas que sentía al ver a esas féminas, entonces, la primera paja. Y no me digan que jamás se pajearon porque no les voy a creer, y nadie se los va a creer; esa fue mi primera introspección con el sexo y con la autoexploración corporal.
Un día, un familiar que venía de visita a mi casa se quedó a dormir en mi cuarto y fingía que dormía, yo hacía movimientos extraños en la cama y con la televisión prendida, al otro día se lo contaron a mi vieja, ¿y ahora? caballero, no más citas nocturas de placer, televisión restringida y castigado por pajero. Cercenaron mi manera de conocerme y de conocer el mundo, no hay derecho.

Yo escuchaba mucha música en el antiguo equipo de papá, ponía el tornamesa, jodía cassettes y grababa mi voz en varias cintas. Así me reprendieron muchas veces por arruinar colecciones enteras al poner "REC" y dejar que graben gritos míos. Una mesa de centro era mi "piano" y unas hojitas garabateadas encima de un florero, mi partitura. Fue mi primera introspección con la música, que poco después se convertiría en una gran pasión y afición que tendré hasta que me muera.

Y así poco a poco se fue pasando la vida hasta formar lo que realmente soy ahora. Todo influye, todo me ha servido, para bien o para mal, para quedarme con eso o para darme cuenta de lo que no debo hacer, y supongo que de niño fui más feliz, porque aún no conocía en su total dimensión el amor, el sexo, los vicios ni a las personas. Eso lo conocí ya mucho después, y para eso, hay segunda parte. Pronto más introspecciones que serán más suicidas aún.

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