domingo, 14 de diciembre de 2008

La bajada de reyes

Una huevada escolar.
Así es como catalogaría a una de las cosas que me costaron uno de los peores regaños de mi vida. En realidad, hubiese sido peor si no fuera porque mi mamá estaba ahí en el momento en que tuve que dar la noticia de la magistral, monumental, genial y siempre bien ponderada "bajada de reyes", pasaré a contar la historia del demonio.
Sexto de primaria, último año de sentirse menor, de estar marginados por la sociedad seudo adulta, los que pretendían serlo y los que lo eran. A decir verdad, nosotros ya no eramos tan niños, estabamos esperando a que se acabara el año para pasar por fin al "colegio grande" donde estaban los grandes y sentirnos por fin alumnos de secundaria, sin incómodas loncheras, ni besitos de despedida de la mamá, ni movilidad en la puerta del colegio a la salida ni nada de esas mariconadas a las que las mamás nos someten por buena parte de nuestras vidas, pero no éramos tan niños porque ya teníamos enamorada o jugábamos botella borracha en el salón o empezábamos a ir a fiestitas de cumpleaños -aunque nunca tan perdidos como ahora- a reuniones en casas, pero como puse, empezábamos, o sea teníamos que estar o con nuestros papás o con la mamá de tal amigo que previamente cada mamá había llamado para confiar al retoño en sus manos, etc, etc -qué jodidos que son los viejos cuando uno es chibolo-, y a pesar de todo, ya nos sentíamos grandes, o lo que era peor, queríamos crecer a la fuerza.
Había sol, era una mañana de diciembre, casi fin de año y nada de clases, porque sí, uno paga diciembre en el colegio, por las huevas, porque no haces absolutamente nada más que jugar al amigo secreto con la amiga de tu amiga y planear cómo será tu verano, entonces el colegio -en cualquiera de sus niveles- se vuelve una especie de Club Nacional, donde se va a planear, a quedar, a tontear, se va a cualquier cosa, menos a estudiar.
(Lamentablemente tengo que recordar los exámenes, en fin, no todo es relajo en diciembre, pero si tienen en cuenta que algunos ni estudian y plagean con la conciencia mas sínica del mundo, entonces si es un mes redondo. Ok, perdón por los que no están en ese rango, para todos hay, los que sí estudian, se amanecen, se estresan, les salen granitos, barros, espinillas etc, y jalan: La vida es la injusticia hecha proceso)
Estábamos en el último salón del primer piso, cerca a los baños y a la escalera que llevaba al segundo piso, éramos algo así como el salón imposible, todos los profesores tenían miedo de entrar a nuestro salón...bueno, miedo tal vez no, más bien displicencia, apatía, desgano, abulia, esa mañana no había nadie en nuestro salón y para variar habíamos ido casi todos, era un juergón, una barahúnda, un bacanal hecho por nosotros mismos. Recuerdo que había una radio, hubo antes un compartir, tal vez mentí al decir que fue a las 11 de la mañana, probablemente fue mas tarde pero no antes de la una, hubo chizitos, papitas, galletitas, gaseositas, mamás alcahuetonas, mamás que querían sobresalir, hijos caprichosos, profesoras chismosas, y lo principal y el núcleo base de esta magnánima historia de desbande escolar: El nacimiento.
El comité de madres había acordado poner en el salón un nacimiento por las festividades navideñas, definitivamente al principio la oposición fue rotunda y no se llegó a ningún acuerdo, pero posteriormente, luego de que sendos profesores entraran a exhortarnos sobre la importancia de el nacimiento en la vida cristiana del hombre y la relación de las enseñanzas de Jesús con la conducta del ser humano, llegamos a un acuerdo, cuidaríamos el nacimiento como si fuera nuestro - olvidé contarles, mi colegio era católico, apostólico, romano, el director era un monseñor y rezabamos rosario en todas las formaciones, demonios-. Eso fue algo que en parte nos hizo más responsables, ayudamos a armar el nacimiento, lo adornamos, sentíamos la navidad como todos los niños casi púbers pero también sentíamos desde ya el bicho del juerguero, parrandero, chonguero y maletero de la vida, de lo que poco a poco fuimos haciendo metamorfosis.
Esa mañana todos salieron. Nos abandonaron. Nos dieron las alas.
Tal vez esto nunca hubiera pasado si las profesoras no se hubieran ido a hablar y a tomar el té (a las 12 de dia las muy pacharacas) al tercer piso, en la sala de profesores; el salón era nuestro.
Subimos al máximo el volumen de la radio, en realidad sonaba un casette de los cádillacs (ya entienden ahora por qué amo a los cádillacs), mal bicho, o matador, una de las dos canciones eran, el salón era una discoteca de miraflores un sábado en la noche, hasta dónde éramos tan lornas que recuerdo que uno de mis compañeros dijo "apaguen la luz!", pero vaya, con qué ganas lo grito, y todos los borregos asentimos, si! si! apaguen la luz!, bola de enanos poco pensantes, de qué demonios serviría apagar la luz si afuera tienes un sol de 25 grados y más luz que en una sala de operaciones de clínica ficha, éramos el chiste hechos persona.
Apagamos la luz, y nos pusimos a bailar, entre todos, pero antes de explicar todo el proceso de sandungueo, debo explicar la ubicación geográfica del nacimiento en cuestión.
Parte central del salón -sólo por ese día, por el compartir- en la dirección del pupitre de la vieja, perdón, de la tutora que dicho sea de paso, era profesora de matemáticas y me caía como comer pastel de papa y adobo de pollo en navidad a las 2 de la mañana- justo adelante de la pizarra, como mirando todo el salón, y felizmente que no estaba el niño Jesús aún porque tal vez hubiera salido corriendo y diciendo "Herejes!paganos!pecadores!fariseos!", el tema cambia ahora, ya que se ubican un poco; estábamos bailando todos en el centro del salón, algunos subiéndose a las carpetas, extasiados por la música genial de vicentico y su gente, cantábamos, nosotros no creíamos en nadie, el colegio era nuestro.
Pogo. Ahí fue mi primer pogo, sin saber exactamente qué demonios era eso.
Hicimos una especie de círculo con todos los compañeros de salón, saltando y cantando, pero poco a poco se salió de control, y empezamos a patearnos, pegarnos, codearnos, etc, obvio, las mujeres ya habían salido y sólo veían nuestra última estupidez primariosa. Éramos una horda que se golpeaba sin razón, y encima, se reía de lo que pasaba, de repente sentí una fuerza que vino de atrás, Ezequiel y Facundo estaban conmigo en el chongo, se tropezaron, y fuimos cayendo de a pocos, en cámara lenta, como en las películas de acción en las que suspenden el tiempo, yo estaba más cerca al nacimiento, de pronto, apareció -como para complementar mi desgracia- una pelota y encima, tamaño oficial, la comenzaron a patear, estabamos totalmente desequilibrados y facundo se cae a un costado, ezequiel trata de apoyarse en mi y a mi me estampan la maldita pelota en la cara.
Knok out.
Me hundí con pelota y ezequiel en el nacimiento como si fuera un rey mago caído del cielo, o mejor dicho, caído del chongo, no medí y me llevé -bueno, nos llevamos ezequiel, la pelota y yo- el nacimiento de lleno, solo recuerdo que desde el suelo pude ver a Melchor volando hacia la cara de pierina, a Gaspar en el plato de chizitos y felizmente baltazar, el más fuerte de los reyes desde aquel momento para mí, no le pasó nada, es más, ni se movio. Cuando pude reponerme un poco, me di cuenta de que tenía una vaca en mi pecho, de que ezequiel estaba encima de un corderito y así, el salón aparte de ser un chongo gratis, se convirtió en un zoológico gratis, con animales de yeso, y por qué no, de verdad también.
-Uyuyuuuy!-Gritó el salón al unísono
-ya ya cállense, vamos a armarlo, ya pues, ayúdennos-dije con desesperación.
-Uziel ha sido, uziel!
-Ezequiel cállate, hemos sido todos, hemos estado ahí todos.
-cuál todos oye, yo no qué te crees.
-ya, eso después, armémoslo.
-qué brutos oye.
Las piezas estaban rotas por el impacto, el nacimiento estaba hecho trizas.
-La miss, la miss!ahi vieneeeeeeeeeeeeeeeeee
-pongan rápido, ordénenlooooooooooo
El bullicio había sido increíble que se escuchó hasta arriba e invadió el té de tías que había en la sala de profesores.
-Qué ha pasado aquí- La vieja con la voz gruesa y la cada de perro rabioso que nos aterraba.
-nada miss, se cayó el nacimiento, pero soliiiiito mis, se lo juramos que soliiiiiiito-dijo pierina.
-aaah, conque solito no? díganme quién ha sido, o todos castigados, nadie sale hasta que no me digan.
-Miss, fueron los hombres, estaban empujándose y a uziel le cayó un pelotazo en toda la cara, no lo ve distinto? se la arreglaron de paso.
Medio salón se rió de mi cara roja y mi verguenza.
Nos interrogó a todos los hombres y solamente tres fuimos los perjudicados: Ezequiel, Facundo y yo.
Fui la desesperación hecha persona. Porque encima de la regañada fatal, teníamos que pagar el nacimiento y nos iban a bajar dos puntos en conducta, era un abuso, teniendo en cuenta de que mi promedio de conducta siempre oscilaba entre el 12 y el 12 y el 12...y así, iba a jalar conducta y en mi casa me iban a quitar todo. Eso no lo podía permitir.
Citaron a mis viejos, yo llegué a mi casa con la citación. Primero le conté a mi mamá y puse mi de vuelve el perro arrepentido, le dije que no lo quize hacer, que me empujaron, mi mamá lo entendió un poco más, pero igual me regañó, ella se encargó de mi papá: Por favor no le grites mucho, es solo un niño entiende! es una travesura, etc etc. Me he dado cuenta de que las mamás para calmar las situaciones difíciles de sus hijos son geniales. Papá se enteró y hablamos los tres, me regañaron terrible, me quitaron la televisión, el nintendo, la radio, todo, era un hongo sin vida, una tortuga abandonada a su suerte y encima, sin lechuga.
Pero después de la tormenta, siempre llega la calma. Bueno eso creo. Al menos calma para mi porque para mi papá no fue así, no recuerdo cuánto tuvo que dar para pagar parte del nacimiento pero sólo sé que después me dijo: Si vuelves a hacer otro chistesito como ese, te desheredo. Al final compraron un nuevo nacimiento, pero ya nadie se le acercaba ni siquiera para mirarlo de lejitos, pero no entendí nunca el porqué de tener un nacimiento en el salón si ya había uno inmenso en el patio central del colegio, y el porqué de comprar otro si faltaba menos de dos semanas para acabar clases. En fin, las viejas quisieron relucir, y lo hicieron.
Esa fue mi última travesura de primaria, aunque a decir verdad, fue travesura a medias porque no la planeé, solo pasó y tuve la mala suerte de estar en primera fila y ser el protagonista del escándalo, casi como siempre. El 6to de primaria "B" no tuvo su bajada de reyes en enero, sino, en diciembre, y me siento muy orgulloso de eso, al final no me arrepiento, es más, si volviera a tener esa misma edad, lo hubiese vuelto a hacer, pero ahora si premeditadamente, pero tal vez no con el nacimiento, sino con las profesoras o maestras o mises o lo que fuere que se pare delante mío a poner una cara aciaga y vetusta y a dictar cátedra de algún curso. Siempre fui algo rebelde, pero más de pensamiento, por esos años, fuimos un buen grupo, descubrimos muchas cosas y aprendimos y fuimos amigos, esos son recuerdos que jamás se van a borrar de la memoria.
Y ya me voy, porque ya parece discurso de reencuentro de promoción de colegio ficho.
Qué carajos.

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